lunes, 10 de febrero de 2014

El arenque rojo

Siempre me ha parecido que los ilustradores en ocasiones se quedaban en un segundo lugar, su trabajo era parte del libro, pero estaban condicionados por él.  Hay libros de los que conozco a los autores, pero no me sé el nombre de las personas que los ilustran. Y de un tiempo a esta parte ( supongo que gracias a Bea, que me contagia ) ya conozco, distingo y sigo a muchos ilustradores y comienza a pasarme que no sé quién es el autor de los libros que ilustran.


Hoy os recomendamos un libro maravilloso,
 bello, delicado, con nombre de pez:

 EL ARENQUE ROJO

con ilustraciones de Alicia Varela 
y textos de Gonzalo Moure,
 editado por SM.














En este caso, las ilustraciones de nuestra amiga Alicia Varela lo inundan todo, y el autor queda a la espera de lo que el libro nos sugiera.


Desconozco si fueron antes los relatos o las ilustraciones, o transcurrieron de forma paralela, pero la idea me parece espléndida: nos dejan imaginar nuestras propias historias, como cuando ves una escena e intentas adivinar lo que está ocurriendo, porque están demasiado lejos para escuchar lo que dicen. 


Pero no te agobies si no eres muy ocurrente, o si quieres descubrir otras interpretaciones, Gonzalo Moure nos espera en un sobrecito al final del libro, con su versión de estas vidas que se entrelazan, se confunden y transcurren a un mismo tiempo en un parque, pero no en un parque cualquiera, en un parque bellísimo.


Me tienen enamorada sus dibujos. Podéis curiosear la web de Alicia y me comprenderéis mucho mejor. Pura poesía

                                                           





Y si os animáis a ver el libro y se os ocurren historias nuevas, pues podéis compartirlas en una página que la editorial pone a vuestra disposición:
porque como dice en el libro "no todos vemos lo mismo en el mismo sitio",  lo cual,  no deja de ser una suerte.



Tengo que reconocer que se me han ocurrido mil historias, sin embargo ninguna alcanza a ser tan bonita como las que nos cuenta Gonzalo. No os olvidéis de ese sobre al final del cuento... sé que no lo haréis aunque sólo sea por ese afán cotilla que todos llevamos dentro.









   Lo dicho, una idea preciosa que ya me
gustaría se nos hubiese ocurrido a nosotras.
    ( Otra vez esa envidia, ¿será posible? )

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